El magnetismo es la fuerza que ordena la materia. La carga eléctrico-polar del magnetismo determina la interacción entre nuestras moléculas, el potencial de hidrógeno (PH) y muchas otras cosas. En nuestro organismo los campos magnéticos ordenan todo el funcionamiento biológico. Para enfermar, necesariamente nuestros campos magnéticos tienen que haberse desarmonizado, por lo que si los devolvemos a su estado natural de equilibrio, la enfermedad puede esfumarse como por arte de magia.
Los imanes, como todos sabemos, son conductores de campos magnéticos, y es por esto que con sólo colocarlos sobre la piel, alteramos la polaridad de un punto o zona.
Los virus y las bacterias, por ejemplo, dependen de la alteración del PH para sobrevivir en nuestro organismo. Basta con neutralizar esa alteración a base de campos magnéticos para que estos agentes patógenos ya no tengan forma de sobrevivir.